La siguiente anécdota ocurrió en la ocupación
de Francia por los alemanes, durante la segunda guerra mundial.
Cuatro
personas subían en el ascensor de un hotel. Uno de los ocupantes era un oficial
alemán, de uniforme; otro, un civil francés, enrolado en la Resistencia. La
tercera ocupante era una atractiva joven, y la cuarta, una dama de edad.
Ninguno conocía a los demás.
Hubo
de pronto un corte de electricidad. El ascensor se detuvo, las luces se fueron,
y todo quedó en profunda oscuridad. Se oyó entonces el chasquido de un beso,
seguido por el restallar de un bofetón. Un instante después volvieron las
luces. El oficial lucía un precioso cardenal junto a un ojo.
La
señora mayor pensó: ¡Bien merecido lo tiene!
Menos mal que las jóvenes de hoy saben cuidar de sí mismas.
La
joven pensó: ¡Vaya gustos raros que
tienen estos alemanes! En lugar de besarme a mí ha debido abrazar a esta señora
mayor o a este joven tan atractivo. ¡No me lo explico!
El
alemán pensó: ¿Pero que ha pasado? ¡Yo
no he hecho nada! Quizás el francés ha querido abusar de la joven y ésta me ha
pegado por error.
Sólo
el joven francés conocía exactamente lo ocurrido.
¿Sabría
Vd. deducirlo?
Pero si esto es un chiste bien conocido, pero en la versión que conozco, estaban en un tren y cada vez que pasaban por un túnel le pegaban al alemán y se decía lo que pensaba un personaje. El final del chiste era lo que pensaba el francés: "En el próximo túnel me vuelvo a besar la mano y pegarle al alemán".
ResponderEliminar