Carlos
iba de camino a la Costa
del Sol, a pasar unas vacaciones, cuando, al atravesar un pueblo, se le averió
el coche. Mientras se lo arreglaban, decidió hacerse cortar el pelo.
El
pueblo sólo tenía dos barberías, la
de Pepe y la de Tony.
Carlos
echó una ojeada por la luna de la barbería de Pepe. El espectáculo no fue de su
agrado.
Carlos:
¡Vaya suciedad! Hay que limpiar el espejo, el suelo está lleno de pelo, el
barbero está sin afeitar, y lleva un corte de pelo horrible.
No
es de extrañar que Carlos se marchara de allí, y fuera a dar un vistazo a la
peluquería de Tony. Carlos miró a través del escaparate.
Carlos:
¡Qué diferencia! El espejo está limpio, el suelo bien barrido y Tony lleva un
corte de pelo perfecto.
Pero
Carlos no entró. Regresó en cambio a la otra peluquería, pese a lo sucia que
estaba, para que le cortaran el pelo allí.
¿A
qué obedece su conducta?