Un rico abogado poseía 11 autos
antiguos, todos ellos de un elevado valor.
Cuando el abogado murió dejó un
curioso testamento. En él pedía que sus 11 coches fuesen repartidos entre sus
tres hijos. La mitad de los autos debía ser para el hijo mayor; la cuarta
parte, para el mediano, y una sexta parte, para el benjamín. Todos estaban
perplejos. ¿Cómo dividir 11 coches en dos partes iguales? ¿O en cuatro? ¿Y en
seis?
Mientras los hijos discutían
qué hacer, la señora marquesa, famosa especialista en numerología, se acercó a
visitarlos en su deportivo nuevo.
Señora marquesa: ¡Hola, chavales! Parece que
estáis en un apuro. ¿Puedo ayudaros? Cuando los hijos le hubieron explicado la
situación, la señora marquesa aparcó su deportivo junto a los coches antiguos,
y saltó de él.
Señora marquesa: Decidme, chicos, ¿cuántos
coches hay?
Los muchachos contaron 12.
Entonces la señora marquesa dio
cumplimiento a las cláusulas del testamento. Dio la mitad de los coches, o sea,
seis, al hijo mayor. El mediano se llevó la cuarta parte de los 12, es decir,
tres. Y el menor, la sexta parte de 12, o sea, dos. Señora marquesa: 6 más 3
más 2 son exactamente 11. Así que sobra un coche. ¡El mío! La señora marquesa
subió de un brinco a su auto y se despidió.
Señora marquesa: ¡Me alegro de haberos sido
útil! ¡Ya os enviaré la minuta!
¿Podría Vd. explicar qué
ocurre?