
A los 4 km
de viaje surgió lo imprevisto. Delante de él tenía un pequeño puente de madera,
único lugar por el que se podía atravesar un bucólico y profundo arroyo. Un visible
letrero indicaba el peso máximo que podía soportar: 120 kilos. Anastasio no lo
dudó. Regresó inmediatamente al pueblo, sacó al boticario de la cama, le hizo
abrir la farmacia y, una vez que comprobó que la báscula había sido regulada
recientemente, se dispuso a pesarse. Para ello se cargó la mochila, se puso las
gafas, echó tierra en las botas y colocó en su frente unas gotas de agua concentrada,
a modo de sudor. Como el conjunto pesaba 82 kilos, Anastasio inició de nuevo la
marcha con el garbo que proporciona la seguridad plena. Al cruzar el puente,
éste se derrumbó, por lo que nuestro hombre y toda su organización fueron a
parar a lo más profundo del arroyo. El dramático silencio que inundó el ecosistema
fue roto por la voz de Anastasio que decía: “¡Por qué! ¡Por qué!...”. El
eco pareció convertir la frase en interrogativa: “¿Por qué? ¿Por qué?...”.
¿Por qué le pasan
estas cosas al precavido Anastasio?
[Extraído
de "Comecocos" (J. J. Rivera)]
Hombre prevenido, vale por dos.
ResponderEliminarComo todo el mundo sabe, hombre precavido vale por dos. Por lo que: 82 kg. x 2 = 164 kg. ¡Al agua seguro!
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