De
camino, la señora resultó tan charlatana, que el taxista casi pierde la paciencia.
Taxista:
Lo siento mucho señora, pero, no oigo nada de lo que me dice. Soy sordo como
una tapia y mi audífono se ha estropeado.
Al
enterarse la pasajera cortó la
cháchara. Mas apenas bajó del taxi se dio cuenta de que el taxista
no había dicho la verdad.
¿Cómo pudo darse cuenta?
Porque la había llevado a su destino, luego tuvo que haber oído la dirección que le dió la mujer.LLC
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